domingo, 28 de diciembre de 2014

Donde los sueños se ocultan. Capítulo 1


Este es el primer capítulo del libro que estoy escribiendo,
la sinopsis la pueden encontrar ¡Aquí!

Espero que les guste. 



Ahí estaba ella de nuevo, seguía rompiéndome el corazón observarla de esa manera, pero aun así no podía evitar la necesidad masoquista de observarla mientras arrastraba los pies caminando por toda la casa.
 Ahora se encontraba en esa habitación.
Durante el tiempo que llevaba dedicándome a observarla como un intruso, el cual no tenía ni idea de cuánto era, la mayoría de las veces ella no salía de esa habitación.
Estaba apoyada  de espaldas a la cama y sentada en el suelo, miraba por la ventana y su rostro se iluminaba por la luna, tenía los ojos perdidos en medio de una nube de añoranzas y entre cada suspiro que salía de sus labios iba aumentando la sensación de frío y      angustia que recorría mi espalda.
Esta mujer desconocida me causaba los únicos sentimientos que experimento en mi existencia.  No tenía ni la mínima idea de que era lo que pasaba o lo que hacía, sólo sabía que el sufrimiento de la mujer detrás de la pared de cristal era mi más grande desasosiego.
Apoyé mi mano en la pared transparente que me separaba de ella y respiré profundo.
De repente alguien se sostuvo de mi chaqueta marrón y tiro ligeramente de ella.                                                                                                                                                    
-¿Qué haces aquí, Brian? -La dulce y tierna voz me hizo sonreír por un leve segundo.

-Has vuelto. ¿Dónde has estado, Luisa? - Bajé la mirada y observe a la niña. Su bello cabello como el oro le llegaba a la cadera y sus hermosos ojos azules resplandecían con una inocencia que me cautivó en el primer momento en que la vi.  

- No lo sé -Respondió con una sonrisa. - Pero fui a un lugar realmente hermoso.- Su expresión no tenía precio y se le notaba en serio feliz.

-¿Cómo era, preciosa?- le dije, mientras me ponía de rodillas para estar a su altura.

-No era tanto el lugar, Brian. Era lo que pasaba ahí.  Él ya no está triste. Lo vi  en un lugar con muchos árboles y niños corría por todo el lugar y él... sostenía un niño pequeño.  Es realmente divino...- siguió relatando con ilusión bailando en sus ojos.

-¿Es tan divino como tú? - pregunté mientras colocaba su dorado cabello detrás de su oreja.
Ella bajó la mirada y por un segundo la tristeza se coló en su expresión, pero al mismo tiempo una media sonrisa melancólica se formó en sus labios.

-Si...la verdad es que se parecía mucho a mí.
Ella levantó la cabeza. Pequeñas lágrimas se deslizaban por sus rosadas mejillas.
El corazón se me hizo trizas.

-No, no, no. No llores, preciosa- la tire en mis brazos y apretujé contra mi pecho.

-¿Qué sucede, bebé?  ¿Por qué lloras?- pregunté y la empujaba más contra mí.

-Es que...- Tartamudeo mientras sorbía su nariz.- El niño es hermoso y se parece a mí y él estaba...feliz y por un momento sentí celos.
Su cuerpo empezó a convulsionar por las lágrimas más deprisa.

-Y... ¿Quiénes son estas personas, Brian?   ¿Por qué nos afectan tanto?-

Sabía a lo que se refería, nos habíamos pasado quien sabe cuánto tiempo fantaseando con esa mujer y ese hombre, soñábamos que podíamos atravesar el cristal y compartir con ellos o alucinábamos con poder eliminar su dolor, pero nunca Podíamos acercarnos.
Tampoco sabíamos quiénes eran, al principio desconocíamos hasta nuestro nombre.
Ella se separó unos cuantos centímetros de mí y me miró justo a los ojos:

-Y no me has respondido. ¿Qué haces aquí?  ¿Qué hacemos los dos aquí?            
Las lágrimas seguían manchando su rostro y yo no sabía cómo responder a esas preguntas.         

Estábamos en una especie de limbo, aunque ni idea de lo que signifique eso.



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