domingo, 28 de diciembre de 2014

Donde los sueños se ocultan. Capítulo 2

Segundo capítulo de mi libro, chicos. 
Si se perdieron el primer Capítulo lo pueden ver ¡Aquí!





No sé cuándo me quedé dormido, realmente no sé si es que siquiera sucumbí a los sueños o es que dejé de existir por unos momentos. Lo que importa es que ahora veo más que un oscuro vacío detrás de mis pestañas cerradas, pero aun así,  la vista no es mejor aquí.
Estoy sentado en el suelo y tengo la espalda apoyada en una superficie dura y ya hasta empieza a doler.
Pongo mis manos en el suelo y tato de impulsarme del suelo.

-Mmm- se escucha el suave gemido de Luisa.                                      
Le acaricio la cabeza y la miro por un largo tiempo...mi pequeño ángel,  mi preciosa. No sé qué haría en esta extraña y vacía existencia sin ella.
A medida que mis dedos se entrelazan con sus cabellos dorados y la observó con alevosía, celo y miedo, ella se acurruca más en mi regazo.
A pesar de que no tengo el conocimiento necesario para poder describir nuestra situación y ni siquiera tengo un punto de referencia con el que pueda comparar, me doy cuenta que nada de esto es correcto. Nada de esto es justo o suficiente para mi pequeñito ángel.
Aunque quiero encontrar la manera de descubrir lo que pasa y solucionar todo y sacarla de aquí,  me aferro a Luisa, figurativa y literalmente. No puedo evitarlo, mi egoísmo se abre paso entre el deber de hermano y lo único que quiero en estos momentos,     más que hacer que la señora del otro lado del cristal deje de llorar, es seguir atado a mi bebé, miro al techo, al cielo o lo que sea que se encuentre sobre mi cabeza y pido que al final solo me dejen estar siempre con ella, protegerla y vivir para verla sonreír como ayer, de la misma forma en la que se alegró por él.

-Por favor... siento como si todo lo hubiera perdido y como si corriera en círculos al rededor del mundo... Sólo me queda ella.

De detrás de la penumbra y las sorprendentes nueves negras la luna se asoma y es como si me sonreirá.

-Supongo que después de todo si es un cielo...- Digo en un suspiro.                                                      

-¿Hablando solo de nuevo?           

Miro al frente de nuevo.             
Bajo la mirada y al principio no veo a nadie. Pero sé,  con toda la certeza del mundo, quien ha venido a interrumpir mis súplicas y monólogos.
Una mujer más o menos de mi edad (sea cual sea mi edad) sale de ningún lugar en específico, atravesando la niebla y se detiene justo frente a mí.

-Liz... ¿Cómo estás?

Ella le echa un vistazo a Luisa,  quien aún está perdida en el sueño,  y sonríe.  No lo hace de la manera triste como lo hago yo, Liz siempre está feliz...ella siempre irradia luz.
Levanta la vista y concentra en mis ojos.
Sigue sonriendo...

-Igual que siempre, Brian. Vivo flotando.
La miro por un momento y trato de analizar sus palabras...

-Flotar es bueno...-Dice una somnolienta Luisa.

- ¿No? -Pregunta cuando se da cuenta que Liz sólo la queda mirando y no le responde.

-Depende cómo, donde y cuando lo haces...-Responde ella un poco melancólica y mira la luna.

De repente Luisa se levanta, demasiado rápido y por un momento me sobresalta.
Ella empieza a caminar como en trance y se aleja.

-¿A dónde vas, preciosa?
No me responde, no se detiene, no me mira siquiera.
Empezó a entrar en pánico.

-¡LUISA! ¿A DONDE...? -Trato de levantarme, pero alguien me detiene por la manga de mi chaqueta marrón.  -Déjala ir...sabes que todos vamos y venimos. Todos flotamos. Ella siempre vuelve a ti...- Me dice Liz. Ahora está sentada justo a mi lado en el suelo, apoyada en la pared, seguro y ya también le empezará a doler la espalda.

Sé de lo que habla Liz. La primera vez que Luisa se fue... pensé que la perdía para siempre, era como perder el aire. Cada que pasa...es horrible. Unas veces menos que otras.   La mayoría es fácil si está Liz, ella me ayuda a recordar que mi princesa volverá, pero...

-¿Y si alguna vez no vuelve?- Pregunto. -¿Qué pasa si algún día se va y no regresa?
Liz mira a la luna de nuevo, sonríe y suspira.
La luna ilumina su rostro y su cabello y...Sus labios bañados de fe.

-Cuando llegue el momento sabrás que es definitivo...De igual manera tendrás que dejarla ir...-Me mira y sonríe mucho más (¿Cómo es eso siquiera posible?)Y me mira directo a los ojos, siempre hace eso, como tratando de descifrar mi complicada alma.

-Eres un gran hermano...la dejarás ir.

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